Comienza la Cuaresma con un Miércoles de Ceniza atípico. Los sacerdotes no podrán imponer la cruz de ceniza sobre la frente de los fieles, sino que tendrá que rociarla sobre la cabeza de los cristianos.
Asimismo, toda la comunidad cristiana se siente enfurecida por las «restricciones injustas», ya que no se tiene en cuenta las proporciones de las Iglesias para establecer el aforo permitido.