Felicitas Barca Ajenjo nació en una pequeña aldea llamada Casillas de Berlanga y de zagala jugaba con la fuente de agua cristalina de la Ermita de San Baudelio. Es la persona de más edad que aún recuerda la venta de la ermita en aquella época, convertida en majada, y de la polémica que ocasionó.
Felicitas es conocedora y cronista en muchas ocasiones de todos los detalles de aquel expolio legal que se llevó las pinturas arrancadas de las paredes, aunque dejó el edificio. Una venta que agitó la paz de aquella humilde gente.
Felicitas es la mayor de cuatro hermanos, trabajó en labores del campo hasta que en los años 70 emigró a Madrid. Allí vivió con su marido y cuatro hijos (Manolo, Luisa, Gil y Cecilio). Luego vinieron cuatro nietos y más tarde dos biznietas a las que adora. Sus viajes periódicos a Málaga permitieron a la pareja conocer el mar, pero seguían añorando con frecuencia su pueblo y sus gentes. Viuda ya, se propuso no molestar a sus hijos e hijas y viajó a otros pueblos buscando paz y sosiego.
Su generosidad provocaba que en su mesa siempre se sentara alguien a comer. Buena cocinera, y de ello presumía, oficio que aprendió de su madre. La lectura le ha acompañado siempre allí donde fuere y siempre se ha enfadado con Dios si las cosas no le han salido del todo bien. En definitiva una mujer incapaz de aburrirse.
El Diputado provincial Antonio Pardo Capilla ha hecho entrega esta mañana a la centenaria de la placa conmemorativa de sus cien años y también del acta donde se recoge su partida de nacimiento que certifica su longevidad. También los CEAS de la Ribera le han trasladado sus felicidades en su 100 cumpleaños en la Residencia Santa Cristina de Osma donde disfruta de sus días.
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