Justo Herrero no conoce otro oficio que el suyo, herrero. Se crió en la herrería de su padre, y ahora, 89 años después, su taller es su vida y su hobbie. Guarda entre su taller un museo de 1200 metros cuadrados, 800 de ellos al aire libre. Más de 300 obras conforman su exposición, y todas ellas están talladas por sus manos y con materiales reutilizados.
Pero este año ha sido especial para él. Ha tenido la oportunidad de cumplir uno de sus sueños, forjar una paloma de hierro en homenaje a las víctimas de la COVID. Homenajear con su trabajo el sacrificio de todos durante estos meses.