Las bebidas energéticas tienen más del doble de cafeína que un refresco de cola, pero menos que una taza de café. De hecho, frente a los 90 mg de cafeína que contiene, de media, una lata de 330 ml de una bebida energética, una taza de café expresso hecho en casa tiene alrededor de 105 mg, mientras que una de cafetería puede tener hasta 180 mg, tal y como puede comprobarse en la calculadora de cafeína de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). El problema es el abuso que hacen de este tipo de bebidas los adolescentes y preadolescentes, más si cabe por su bajo peso corporal.
Según advierte OCU, los adolescentes y preadolescentes son consumidores entusiastas de las bebidas energéticas: no es raro que tomen una o varias latas para concentrarse ante un examen, para no dormirse, para rendir más en el gimnasio… y los fines de semana, para mezclarlas con alcohol. Lo que muy probablemente desconozcan es que su consumo acumulado puede traducirse en la ingesta superior a los 285 mg de cafeína, la dosis máxima diaria recomendada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para una persona de 50 kg de peso, habitual en muchos de estos jóvenes.
Es más, OCU ha detectado que varias marcas superan ampliamente los 150 mg de cafeína por lata, la cantidad máxima recomendada por toma para un adolescente de 50 kg de peso. Sucede con Reign Razzle Berry (lata de 500 ml), que contiene 185 mg de cafeína; con Nocco Bcaa Melocotón (lata de 330 ml) y sus 172 mg; así como con Burn Energy Drink Original (lata de 500 ml), con otros 170 mg de cafeína. Otra media docena de bebidas, contienen cantidades muy cercanas a esta recomendación, tal y como revela el comparador de OCU de bebidas energéticas, especialmente en formatos grandes, de medio litro. De ahí que apoye la solicitud del Ministerio de Consumo a los fabricantes para limitar el volumen de estas bebidas a 250 ml.
Consumida en dosis moderadas, la cafeína aumenta el estado de alerta y reduce la somnolencia, pero en exceso presenta riesgos: a corto plazo puede interrumpir el sueño, causar ansiedad y producir cambios en el comportamiento; a largo plazo, causar problemas cardiovasculares. De hecho, en las personas con tensión alta, se aconseja moderar su consumo.
Pero es que, aparte de la cafeína, muchas de estas bebidas contienen otras sustancias activas como la taurina, la L-carnitina o la glucoronolactona, cuya concentración, lamentablemente, no aparece reflejada en la etiqueta.
Además, según advierte la Organización Mundial de la Salud, el consumo combinado de bebidas energéticas con alcohol tiene un riesgo añadido: puede llevar a una mayor ingesta de alcohol, porque reduce la sensación de sueño y permite alargar la noche, lo que suele traducirse en un estado de “borrachera completamente despierta”.