La prestigiosa revista PNAS ha publicado este importante descubrimiento, en el que ha sido crucial la técnica de espectroscopía Raman del grupo ERICA de la UVa, codirigido por Fernando Rull. El trabajo, coordinado por Juan Manuel García Ruiz y Christian Jenewein (Donostia International Physics Center), ha replicado el experimento de Stanley Miller, con gran repercusión internacional, ya que arroja una nueva luz sobre el origen de la vida en la Tierra
El experimento de Stanley Miller, realizado en 1953, se ha convertido en uno de los más famosos de la Ciencia al simular las condiciones iniciales del origen de la vida en la Tierra. Desde entonces se ha repetido en infinidad de ocasiones con variaciones y matices. En una de estas réplicas, han participado investigadores del grupo de investigación ERICA de la Universidad de Valladolid, -codirigido por Fernando Rull y Guillermo López- en el que han conseguido identificar unas protocélulas, que aunque no se pueden considerar vivas, son componentes esenciales previos a la aparición de la vida. Este trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista PNAS, editada por la Sociedad de Ciencia Americana. Estos resultados han tenido una gran repercusión científica y mediática a nivel internacional, ya que después de tantos años han conseguido obtener nuevos hallazgos y arrojar una nueva luz sobre el origen de la vida en la Tierra, lo que puede servir de modelo para indagar su origen en otros planetas.
En este el artículo publicado en PNAS – firmado por Christian Jenewein, Aurora Maíz Sicilia, Fernando Rull, Lorena González Souto y Juan Manual García Ruiz-, además de identificar estas morfologías microscópicas que se asemejan a células, denominadas protocélulas, formadas esencialmente por la polimerización del ácido cianhídrico (HCN), también se destaca el papel que juega el recipiente (matriz de vidrio) donde se hizo el experimento, ya que se ha visto que en matraces de teflón, en lugar de vidrio, no se forman ninguna de las moléculas esenciales de la vida.
El experimento de Stanley Miller pretendía simular las condiciones primitivas de la Tierra. Pudo demostrar que a partir de una mezcla de componentes básicos en estado gas como amoníaco (NH3), metano (CH4), Nitrógeno (N2) y agua, encerrados en un matraz (recipiente de vidrio) y bajo descargas eléctricas, se formaban al cabo de unos días los componentes básicos de la vida, fundamentalmente aminoácidos.
Una réplica española
El profesor de Investigación del CSIC de Granada y actualmente en el Donostia International Physics Center, Juan Manuel García Ruiz, en cuyo equipo trabaja el doctor Christian Jenewein, comenzó hace unos años a replicar dicho experimento, en el que hizo un par de variantes interesantes, según explica el profesor Fernando Rull de la UVa: «se quitó el recipiente de vidrio y se sustituyó por otro material, en este caso el teflón, y se comprobó que en este último no se formaban estos componentes esenciales de las moléculas de la vida». Más adelante, hizo experimentos en seco, sin agua, «y comprobó que el agua era un componente esencial». «Además de estas dos cuestiones, el recipiente de vidrio y el agua, que jugaron un papel importante en el origen de la vida, comprobaron que al analizar detalladamente el material que se producía en la «sopa primitiva», nombre como se le conoce en el mundo científico a partir de la que surge la vida, aparecieron esas estructuras biomorfas, a las que se les ha llamado protocélulas, que hasta ahora no se habían descubierto», detalla el profesor Rull. Y es aquí donde entra a trabajar el grupo ERICA de la UVa, que se ha encargado de analizar todos los materiales de la sopa mediante una serie de técnicas, entre las que ha sido crucial la espectroscopía Infrarrojo y Raman, gracias a las cuales han conseguido ver por primera vez e identificar estas nuevas estructuras.
«El experimento se inició en el Laboratorio de Estudios Cristalográficos (CSIC) de Granada y han sido necesarios varios años y varias repeticiones hasta conseguir los resultados definitivos y fiables», explica Rull. Primero se detectó el papel que jugaba el soporte de vidrio, en donde la participación del profesor Rull fue destacada, quien se encargó de su análisis. El año clave fue 2023, ya que en él se desarrollaron básicamente todos los experimentos y las muestras de la sopa generada y sus precipitados se trasladaron a la Universidad de Valladolid, en donde fueron analizadas por los científicos del grupo ERICA (Aurelio Sanz, Guillermo López y Fernando Rull). Actualmente, este grupo de investigación tiene las últimas muestras de otras réplicas realizadas en el experimento que próximamente serán también examinadas.
Los estudios continúan y ya están hablando de elaborar un segundo artículo basado en los resultados espectroscópicos y liderado por el equipo de la UVa. «Hay material y estudios para el futuro», recalca. De hecho, Fernando Rull expresa con orgullo que la UVA es referente a nivel internacional en el uso de la espectroscopía, lo que explica el papel tan destacado que han jugado en el experimento, especialmente la espectroscopía Raman. Esta técnica tiene muchas ventajas, ya que iluminando con un láser un material puedes obtener información precisa de su composición atómico-molecular analizando la luz que reemite y además, no perturba el material porque no hay contacto físico con la muestra.