Clara Sanz publica su primera novela de auto ficción mientras triunfa entre Arcos de Jalón y Somaén tras montar una floristería local. Esta geóloga de formación tiene un perfil en redes sociales, @lamodernaruralshop, donde acumula miles de seguidores con gran éxito.
Todas las flores que olvidamos
Clara Sanz en ‘Todas las flores que olvidamos’ nos traslada a la España vacía, nos invita a reinventarnos, a reconectar con la naturaleza y nos muestra que lo simple y lo sostenible puede cambiar nuestras vidas. Es una historia de auto ficción de emprendimiento local, amor, pérdida y redescubrimiento, ambientada en un pequeño pueblo de Soria.
Porque ‘Todas las flores que olvidamos’ narra la emotiva historia de Bella, una joven cosmopolita que decide transformar su vida por completo. Tras recibir una carta inesperada, Bella regresa al pequeño pueblo de Somaén, en Soria, un lugar donde solía pasar los veranos de su infancia y que había intentado dejar atrás. Impulsada por el deseo de cambiar su acelerado estilo de vida en Barcelona, Bella elige abrir una floristería en este entorno rural, dando un giro radical tanto a su carrera como a su manera de vivir.
La novela aborda la evolución personal de Bella mientras se enfrenta a los retos de adaptarse a la vida en un pueblo, un entorno marcado por la tranquilidad y los lazos comunitarios. En medio de su transformación, Bella encuentra apoyo y amistad en los vecinos de Somaén. Al mismo tiempo, la historia revela los sentimientos contradictorios de Bella hacia Gonzalo, un guarda forestal cuya sencillez y estabilidad la atraen.
Con una narrativa que equilibra humor, reflexión e intensidad emocional, Todas las flores que olvidamos invita al lector a cuestionarse lo que significa realmente ser feliz. Es una historia de amor, pérdida y redescubrimiento que celebra el valor de las decisiones valientes y la posibilidad de encontrar la belleza en los lugares más sencillos.
Clara Sanz
Mitad numantina y mitad baturra, lo que corre por mis venas es resistencia y cabezonería. Eso, y que soy un culo de mal asiento, han hecho que dé las vueltas necesarias hasta sentir que todo está en su sitio y que funciona como debería.
Geóloga por formación y florista por vocación, ha dado como resultado una mezcla perfecta para darle al mundo floral un toque muy rústico y aprovechar todo lo que me brinda la naturaleza. Por eso, desde hace diez años, vivo en Arcos de Jalón y planto flores en Somaén, en la provincia de Soria, una de las zonas más despobladas de España.
Desde este rincón veo pasar la vida junto a mi familia, donde no hay dos días iguales y no existe el aburrimiento. Y, ahora, también he escrito un libro.