Según el trabajo «Aprendizaje-Servicio en Experiencias Intergeneracionales. Un estudio de caso en la formación de Educación Social´, publicado en la revista «Estudios Pedagógicos» por los profesores del Grado de Educación Social de la UVa, Higinio Arribas, Jonatan Frutos y Xoán Manuel González.
La participación de los futuros educadores sociales en programas de relaciones intergeneracionales les permite tener un papel más activo en su formación y descubrir con la práctica, la importancia del servicio a la comunidad, según las conclusiones del estudio «Aprendizaje-Servicio en Experiencias Intergeneracionales. Un estudio de caso en la formación de Educación Social», publicado en la revista «Estudios Pedagógicos» por los profesores del Grado de Educación Social de la Facultad de Educación y Trabajo Social de la UVa, Higinio Arribas, Jonatan Frutos y Xoán Manuel González.
Para llevar a cabo este estudio los investigadores han analizado el papel que ha jugado en el proceso formativo del alumnado de este Grado, el Programa de Acercamiento Intergeneracional que se lleva a cabo en la Universidad de Valladolid desde 1997, coordinado por el Secretariado de Asuntos Sociales de la Universidad de Valladolid en colaboración con la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid.
La iniciativa está destinada desde su creación a los estudiantes de la asignatura «Técnicas de Dinamización Social» de 2º curso del Grado, aproximadamente 30 cada curso, que participan junto con personas mayores de entre 50 y 80 años, en los tres encuentros que se organizan cada año, diseñados y tutelados por profesorado de la materia.
La práctica permite establecer relaciones entre distintas generaciones, desarrollar competencias profesionales y fomentar la cohesión social y ciudadana, todo desarrollado desde la metodología de Aprendizaje-Servicio desde la que se trabajan los contenidos curriculares de la asignatura.
Todo ello ha permitido al alumnado participar en su propio aprendizaje, donde la comunidad es un agente educador más, acercarse a otra generación, establecer vínculos con el colectivo de personas mayores y romper estereotipos sobre éstos, y aprender más sobre el proceso de envejecimiento.
Según el profesor Jonatan Frutos, la participación del alumnado en un contexto de diversidad social conlleva una significatividad formativa y laboral desde la propia realidad profesionalizante de la titulación, donde el aprendizaje y el servicio se convierten en una herramienta formativa bidireccional, a partir de una formación de amplia mirada.
Ya que como apunta el profesor Higinio Arribas, «pasamos de hablar de personas, desde la teoría, a hablar con personas, lo cual aporta la adquisición de herramientas prácticas para la intervención social, propias de la titulación, a la vez que interactuamos entre generaciones. Se convierte así en una experiencia de alto impacto profesional y ciudadano, que incide directamente en el desarrollo de todos los participantes, las instituciones implicadas y el entorno social donde se desarrolla».
El estudio ha constatado también, según Xoan González, la necesidad de generar una Universidad más abierta al exterior, convirtiéndose así en una institución permeable que borra sus contornos y facilita procesos de encuentro ciudadano y aprendizaje académico.
Por último, los autores concluyen que es necesario hacer más flexibles las estructuras académicas y metodológicas de la Universidad, «superando las prácticas de carácter asistencialista» y apostando por un «aprendizaje recíproco de competencias para la vida» en el que se pongan a prueba los objetivos y contenidos curriculares que se imparten en el Grado.