El Consejo de Gobierno ha aprobado la declaración de la iglesia de Santo Tomas, en la localidad soriana de Chavaler, Garray, Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Con esta declaración se resuelve el expediente incoado en 1982.
Se delimita un entorno de protección en su entorno visual y ambiental inmediato en el que cualquier intervención que se realice, puede suponer una alteración de las condiciones de percepción del bien o de su propio carácter.
La iglesia de Santo Tomas Apóstol se encuentra en Chavaler, una localidad soriana a 12 kilómetros de la capital, al pie de la Sierra de la Carcaña, que llegó a ser un lugar floreciente gracias a la industria lanera, muy activa en Soria desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX, y que en Chavaler, estaba ligada a la familia de los Castejones, hermanos relevantes del Honrado Concejo de la Mesta.
A la entrada del pueblo, se alza este templo del siglo XVIII, construido a iniciativa de los marqueses de Villavicencio y Alcántara, nobles enriquecidos por la actividad ganadera de esta zona, que construyeron además un palacio y un lavadero de lanas, cuyos restos todavía pueden observarse a la orilla del río.
Al exterior, destaca su fachada con elementos neoclásicos, puerta con arco de medio punto enmarcada por pilastras y frontón triangular, sobre la que se sitúa el escudo de la familia donante. La fachada se compone de tres cuerpos superpuestos en altura.
El edificio tiene una sola nave dividida en tres tramos y cubierta con bóveda de cañón con lunetos. El crucero está cubierto con cúpula sobre pechinas. Todo el interior estucado se decora mediante bicromía que remarca gallones en la cúpula y nervios en la bóveda. La sacristía adopta la tipología de camarín rectangular por detrás del altar. El edificio se completa con un pequeño atrio de entrada, a los pies de la nave, en el que se sitúa el coro elevado, de pequeñas dimensiones, enmarcado por un arco de medio punto sobre pilastras. Sobre él se levanta la torre campanario.
Antes de acceder a la nave, se localiza un pequeño vestíbulo bajo el coro, con dos puertas rematadas por frontón triangular que acceden respectivamente a la escalera de caracol de subida al campanario y a una pequeña habitación que aloja la pila bautismal.
Los muros se forman con fábrica de sillarejo y sillar para la fachada y las esquinas. Tras una restauración realizada a finales del siglo XX en sus cubiertas, se cambió la pendiente y formas de las cubiertas de las capillas laterales y se colocó teja de hormigón de color rojo.
La iglesia de San Pedro Apóstol constituye, así, un singular ejemplo de fundación aristocrática en un medio rural, obra del siglo XVIII, realizada por algún arquitecto notable de la época, testigo de la riqueza de la industria lanera en la zona.