El 16 de julio la banda terrorista ETA atentó por primera y última vez en Soria haciendo explosionar un coche bomba con 25 kilos de explosivo junto a la casa cuartel de la Guardia Civil de Ágreda. Debido al impacto, que pudo escucharse hasta a diez kilómetros distancia, resultó herida con metralla en una pierna la mujer de un agente, Estrella Ruiz, que tuvo que ser operada seis veces y sufrió importantes secuelas físicas y psicológicas. Los etarras Javier García Gaztelu, ‘Txapote’ y José Ignacio Guridi Lasa ‘Xabi’ se negaron a declarar en el juicio y fueron condenados a más de 20 años de prisión por ordenar el atentado de Ágreda. María Jesús Ruiz era, por entonces, la alcaldesa de la localidad.
El 25 de agosto se inició en una tierra de labor de Santa María del Prado (aunque el origen nunca se esclareció) el fuego que devastó 2.500 hectáreas de pinar (pinus pinaster) en la comarca de Izana, entre Matamala, Tardelcuende y Almazán. La reforestación de la zona no ha cesado desde entonces, aunque tardará en recuperarse del incendio más grave en la provincia. Trabajaron en la extinción numerosos efectivos llegados de Castilla y León y otras comunidades, coordinados por la Junta. Entonces, Matamala tenía como alcalde a Crescendiano Muñoz.
El viento hizo que las llamas se propagasen con gran rapidez. De hecho, la columna de humo era visible a más de 30 kilómetros. La gravedad de la situación obligó a cortar las carreteras comarcales 115, 100 y 110, así como la línea férrea Madrid-Soria, por el temor a una mayor propagación.
La zona más afectada era, fundamentalmente, una zona arbolada de encina, pino y roble. Según las fuentes y estudios posteriores, una chispa procedente de una máquina empacadora que se estaba utilizando en una finca privada fue la que originó el fuego.
Carlos de la Casa se estrenaba como subdelegado del Gobierno en Soria. «Y dio la casualidad de que fue domingo, por lo que los niños del cuartel no estaban jugando en la calle; no había nadie trabajando en el edificio de atrás, donde entró la metralla y atravesó las puertas y ventanas; y como hacía frío, no hacía día de piscina y no pasaba por allí mucha gente…», añadió. «Y había que rematar el verano y se remató con el mayor incendio que ha habido en Soria de esas magnitudes», apostilla. Fue en una zona en la que «los pinos no arden por abajo, sino por arriba, y las piñas eran casi bombas». De la Casa habla de «negligencia» y «exceso de confianza», porque «si se hubiera avisado a tiempo a los bomberos no hubiera llegado a esa magnitud».